El firmamento ha sido una ventana hacia el cosmos que ha intrigado a la humanidad desde sus inicios. Con el tiempo, la observación astronómica se ha convertido en una disciplina altamente especializada que nos ha proporcionado información invaluable sobre el universo. Sin embargo, estas observaciones, en gran medida, están condicionadas por factores atmosféricos y meteorológicos de nuestro propio planeta.
El más evidente de todos los factores es la presencia de nubes. Una noche nublada puede obstruir completamente la visión de estrellas, planetas y otros objetos celestes. Las nubes no sólo ocultan, sino que también pueden dispersar la luz, especialmente las de fuentes artificiales, generando contaminación lumínica. Si bien no es un factor meteorológico per se, la contaminación lumínica está directamente relacionada con las condiciones atmosféricas. Las partículas en la atmósfera, como el polvo y el vapor de agua, dispersan la luz de las ciudades, haciendo que el cielo nocturno sea más brillante y dificultando la observación de objetos débiles. Otro aspecto importante es la turbulencia atmosférica debido a que la atmósfera de la Tierra no es uniforme. Hay corrientes de aire y variaciones de temperatura que provocan distorsiones en la luz que la atraviesa. Esta turbulencia puede hacer que las estrellas "titilen" y reducir la nitidez de las imágenes obtenidas a través de telescopios. La humedad y la refracción pueden afectar la observación astronómica de varias maneras. Por un lado, el exceso de humedad puede provocar la formación de rocío en los equipos ópticos. Por otro lado, el vapor de agua en la atmósfera puede absorber y dispersar la luz, especialmente en longitudes de onda infrarrojas. Además, la refracción provoca el cambio de dirección de la luz cuando pasa a través de medios con diferentes densidades y puede hacer que los objetos cercanos al horizonte parezcan desplazados de su posición real. Las variaciones de temperatura pueden causar expansión o contracción en los instrumentos ópticos, afectando su capacidad de enfoque. Además, las diferencias de temperatura en la atmósfera pueden generar corrientes que distorsionan las observaciones.
Como factor positivo está la altitud del lugar de observación a mayor altitud, hay menos atmósfera que puede interferir con las observaciones astronómicas. Por ello, muchos de los observatorios más importantes del mundo están ubicados en montañas altas, donde el aire es más delgado y limpio. Sin embargo esto es más difícil de conseguir para los aficionados a la Astronomía, tanto en la divulgación como para sus propias observaciones.
Durante este verano la Asociación Astronómica de Burgos se ha visto obligada a suspender alguna actividad divulgativa por este motivo en alguna localidad o en el Centro Astronómico Lodoso, que siempre intentamos recuperar en días con mejores condiciones atmosféricas. También a lo largo se su existencia la propia asociación ha tenido que privarse de sus observaciones y sesiones astrofotográficas por este mismo motivo. Llevamos esta cruz con resinación, la atmósfera es un sistema complejo e intrincado que está influenciado por una variedad de factores internos y externos. Su estudio es esencial para entender y predecir el clima, los fenómenos meteorológicos y los cambios que están ocurriendo a nivel global.
Podemos decir que la observación astronómica es una danza entre las maravillas del universo y las condiciones de nuestro propio planeta. Aunque los avances tecnológicos han permitido mitigar muchos de estos problemas meteorológicos (como telescopios espaciales que operan fuera de la atmósfera terrestre), o diversos equipos y filtros, en este caso para los aficionados. Entender y adaptarse a estos factores sigue siendo esencial para cualquier astrónomo.